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LA VIDA... Nuestra vida, la vida de los demás...





LA VIDA... Nuestra vida, la vida de los demás...


LA VIDA… nuestra vida, la vida de los demás…

Dr. Luis Durand

¿Existe un bien que pueda equipararse, en importancia, al derecho a vivir? ¿Se trata de una construcción cultural o temporal, o por el contrario, es inherente a la esencia del ser humano de todos los tiempos?

¿Tiene el mismo valor MI vida, comparada con la vida de los demás?

¿Entre “los demás”, hay algún grupo que pueda considerarse con mayores “credenciales”, o más privilegios que otros, para ejercer ese derecho a vivir?

¿Cómo se respetó el derecho a la vida en el transcurso de la historia de la humanidad? ¿Cambia el valor esencial de la vida, o lo que cambia es nuestra forma de respetarlo y hacerlo respetar?

Una impresión general es que, desde el “hombre de las cavernas”, predominó la voluntad del más fuerte… de esa forma, quienes ejercieron “el poder” dictaminaron sobre la vida de los demás. Mientras tanto fueron surgiendo voces aisladas, cada vez más numerosas y reflexivas, sobre la igualdad, en dignidad, de todos los seres vivos, independientemente de su fuerza y poder… hasta que, uno de los mayores signos de PROGRESO, fue el respeto social, establecido en leyes, para que los más débiles e indefensos se sientan protegidos y en equivalencia de oportunidades para desarrollar sus potencialidades. Las religiones que tuvieron mayor cantidad de seguidores, siempre rescataron el valor y el respeto por la vida humana.

Pero recién en 1948 se reunieron representantes de todas las regiones del planeta, y en forma conjunta y consensuada se enunció laDECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS, que empieza mencionando la igualdad, en dignidad y derechos, de TODOS los miembros de la familia humana… Su PRIMER manifestación es el derecho de todo ser humano A LA VIDA, a la seguridad y a la libertad.

Ante tamaña declaración, quienes tienen poder, o a quienes se les delega un determinado poder, en lugar de la facultad de decidir sobre el derecho a vivir de un individuo, deben trabajar para asegurarle y potenciar ese derecho… caso contrario estarán “DES-progresando” hacia sociedades desordenadas, donde prevalecía el interés individual, por sobre el interés común. Y el mayor interés común de cualquier sociedad debe ser el de auto-preservarse en la vida, en la existencia; por ello, “los más fuertes” deben cuidar la célula familiar, que es donde se producen, y maduran adecuadamente, los nuevos miembros de las sociedades.

Desde los inicios, el hombre se debatió entre el predominio del interés individual por sobre el interés común, tanto en planos teóricos como muy prácticos… incluso disponiendo, los más poderosos, de la vida de muchos otros, para sus propios beneficios individuales.

Hace poco más de 2000 años, nació un Hombre que dividió la historia de la humanidad en un antes y un después. “El poder” de ese Hombre no estuvo en imponer, sino en respetar con libertad absoluta, y solo ENSEÑAR el concepto de “ENTREGA por los demás”… al punto tal, que Ese Hombre entregó Su propia vida por los demás. Impactó al mundo, resaltando lo bueno, lo bello y lo verdadero, desde la humildad y la sencillez… completamente por fuera de los cánones habituales, y más todavía actuales, de “conquista”. Aquellos que se sintieron incomodados, no pudieron refutarlo con argumentos… y cuando se vieron “más expuestos” en sus intereses, eligieron “interrumpir” su vida, crucificándolo en medio de ladrones… todo eso sucedió en un proceso injusto y muy violento, con la indefensión de quien es pacífico y es olvidado por sus amigos o quienes lo deben proteger… con la cobardía de quienes se lavaron las manos, o de aquellos que lo golpearon sin dar la cara, creyendo que los protegía el anonimato… y también con mucha indiferencia de quienes muchas veces habían expresado admirarlo…

A pesar de toda la sencillez, bondad e indefensión de Ese Hombre, fue el momento de la historia, donde más se puso de manifiesto la diferencia entre una visión egocéntrica de la vida poniendo foco en el acumular o el aprovecharse de los demás; frente a la búsqueda de la felicidad conjunta, ayudando y participando con otros, de la alegría de llegar a esa felicidad juntos, en comunidad, poniendo más foco en el dar, que en el esperar recibir…

Desde hace mucho se sabe que el hombre es un ser eminentemente social, que tiende a su realización en un plano comunitario, mucho mas que en el individual. Actualmente, la ciencia moderna ha corroborado esto, demostrando que la felicidad, y la buena salud, están más asociadas a los buenos vínculos familiares y de amistades cercanas, que a valores clínicos o de laboratorio (ej: nivel de presión arterial o de colesterol en sangre).

A pesar de esos conocimientos, y sus científicas demostraciones, persiste la tendencia infantil al egocentrismo, demorando, extremadamente en muchos casos, la maduración hacia conductas más sociales, donde predomine el bien común… conductas más humanas…

Pero, respecto de LA VIDA, el ser humano no solo se debate entre la manipulación de la vida de los demás, aprovechándose de ella, eliminándola (o “interrumpiéndola”); o, por el contrario, protegiéndola o potenciándola… sino que también se le ha concedido el don de crear nueva vida humana.

¿Hasta que punto se valora ese don?

Parecería que, en un comportamiento muchas veces similar a estados infantiles, la posibilidad de generar nueva vida es “más valorada” por aquellos que se encuentran imposibilitados de generarla… También parecería que, algunos de quienes pueden generar nueva vida, habrían asumido la postura de derrocharla, malgastando o eliminando aquellas nuevas vidas que generan, o que les son confiadas (según el enfoque espiritual de cada uno). Algunos se sienten todopoderosos, que pueden hacer lo que quieren, según el caprichoso deseo del momento y sin valorar el impacto de sus acciones en los demás… o incluso en ellos mismos… Mientras que otros, se sienten responsables y comprometidos con lo que hacen, generan o dejan de hacer… ¡que diferencia! Responsabilidad vs Irresponsabilidad.

Otra vez, desde la ciencia se demuestra que la obtención de logros conjuntos, con objetivos respetados en valores universales, generan la liberación de neurotransmisores que conducen a las neuronas a un estado entendido como de felicidad, mientras que durante los placeres del momento se segregan otro tipo de neurotransmisores que se asocian más a producir dependencia que felicidad… lo importante de aprender la gran diferencia entre placer y felicidad.

El ser humano sigue transitando los mismos dilemas.

Aquellos con mayor poder o talentos, se debaten entre aprovechar esas ventajas para si mismos versus hacerlas florecer ayudando a mejorar la sociedad en la que les tocó crecer. Algunas mujeres, que se ven oprimidas por la fuerza bruta de algunos varones, trabajan para salir de esa situación con la dignidad de quien busca la misma mejora para otros en circunstancias parecidas; mientras que otras, cuando mejoran su situación personal se olvidan de aquellas que padecían sus mismos problemas; o peor aún, algunas de ellas, mientras reclaman igualdad de trato y oportunidades, tratan peor a quienes son más indefensos que ellas, “interrumpiéndoles la vida”, incluso hasta negándoles la esencia misma de seres humanos vivos que ellas mismas les transfirieron al momento de concebirlos y tratándolos como “objetos desechables”, a pesar de ser sangre de su sangre y que la naturaleza las haya dotado para cuidarlos y defenderlos… muchísimas veces presionadas por el entorno que debería cuidarlas a ellas. Es tanta la interacción entre madre e hijo, con sistemas hormonales e inmunitarios que se protegen y potencian mutuamente, que es imposible pensar en una traición equivalente a la de una madre que abandona a su propio hijo, al punto de quitarle la vida, y al punto de hacerlo de la forma más violenta que se pueda imaginar (“contratando” a alguien que le produzca un desangramiento para que muera asfixiado en la expulsión, inyectándole algún tóxico en el cerebro o en el corazón, quemándole la piel hasta que muera, o directamente desmembrándolo por arrancamiento…). También están aquellos varones y mujeres “cobardemente indiferentes” (cada uno sabremos en qué grado), que mientras todo aquello sucede, encontramos los justificativos para desentendernos…

La manipulación de la vida de los más indefensos sigue sucediendo en sus infinitas variantes. El gran cambio que se presenta actualmente, es que esa manipulación egocéntrica pretende ser presentada como un derecho… un “derecho” que, a “algunos”, les permite hacer grandísimos negociados… con la complicidad o indiferencia de muchos de los que deberíamos evitarlos… En este último párrafo está la esencia de lo que se está debatiendo cuando se busca impulsar una ley (anti-beneficiosa) de interrupción (no se interrumpe, se mata) voluntaria (mayormente presionada por el entorno o por un disvalor de la vida) del embarazo (de la gestación y del embarazo).

Los dilemas siguen siendo los mismos…

Solo me fijo en lo que a MI me conviene, y que el resto explote por los aires; o me dejo enseñar, y enseño con el ejemplo, que la felicidad se logra en la convivencia, y que la más sana convivencia se logra en la dinámica del respeto y del darnos por los demás…

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