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XXXIII Jornada Mundial de los Enfermos: Mensaje de monseñor Luis Urbanc

  • elenapasso
  • 11 feb
  • 5 Min. de lectura



Queridos hermanos enfermos, enfermas, el 11 de febrero estaremos transitando la 33ª

Jornada Mundial del Enfermo. Como presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral

de la Salud, quiero saludarlos y quiero estar cercano a ustedes, junto con todo el equipo

de esta pastoral, otros obispos y sacerdotes, para comprometer nuestra oración por

cada uno de ustedes.

El Papa Francisco nos ha dejado un hermoso mensaje para esta Jornada de Oración y

nos propuso como lema, en el marco del Año Jubilar, “Peregrinos de la Esperanza”; nos

dice el Papa citando al apóstol Pablo en la Carta a los Romanos, que la esperanza no

defrauda y nos hace fuertes en la tribulación. Un mensaje breve nos deja el Papa, muy

rico, muy alentador; sobre todo porque quiere hacerse cercano a todos los que sufren.

Enfermos, agonizantes, ancianos, personas solas, para hacerles saber que Dios está

siempre cerca del que sufre, siempre está al lado nuestro, permanece al lado nuestro y

es importante que esta certeza nos acompañe en estos momentos, por los cuales uno

atraviesa una enfermedad, que a veces no tenemos los recursos suficientes para

tratarla, o no tenemos las personas que nos puedan acompañar. Pero a su vez también

tenemos que ser agradecidos, porque tenemos muchos recursos para enfrentar la

enfermedad. Tenemos muchas personas que nos pueden ayudar, médicos, enfermeros,

enfermeras, familiares, voluntarios. Y en esta situación tenemos que ser agradecidos

porque Dios de una u otra manera se hace presente para acompañarnos. Y el Papa,

siguiendo a veces su estilo particular de dejar algunos conceptos, que uno los memorice,

los tenga presentes, nos deja tres palabras con las cuales poder reflexionar esta

situación que uno puede pasar como es la enfermedad. Él nos propone tres aspectos:

el encuentro, el don y el compartir.

En primer lugar, el encuentro. Jesús había dado órdenes a los apóstoles a que fueran a

predicar, a anunciar, pero sobre todo a que dijeran a los enfermos, que les anunciaran

a los enfermos, el evangelio del amor misericordioso de Dios, haciéndoles saber que el

Señor está cerca, que está ahí, al lado, y que les ayudaran a los enfermos a comprender

el sentido de la enfermedad. Por cierto, que nosotros hoy lo estamos leyendo,

interpretando a ese momento de dolor, de sufrimiento, desde el misterio pascual desde

el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

En este año jubilar, de un modo particular, vamos a reflexionar sobre esta dimensión del

encuentro. Recordamos los 2025 años del nacimiento de Jesús y díganme si eso no es

un encuentro de Dios con nosotros Vino a vivir con nosotros, se hizo uno de nosotros.

Dios siempre sale al encuentro de la criatura humana. Aprendamos a descubrirlo y a

confiarnos a él. De esta manera, el Señor también, que no abandona a nadie, se hace

presente por medio de muchas mediaciones. En primer lugar, nuestros familiares,

nuestros amigos, conocidos, los médicos, los enfermeros, y tantas personas, los

voluntarios. Esto es una dimensión muy importante en la vida nuestra. La presencia de

los voluntarios que nos acompañan, que nos acercan a Jesús, los ministros

extraordinarios de la comunión, que van al encuentro permanentemente de los

enfermos. Así que la enfermedad se transforma en una oportunidad para poder cultivar

esta dimensión tan humanizadora como es el encontrarnos.


Otro punto que propone el Papa es el don. Ciertamente, como nunca en el sufrimiento

nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor. Qué es decir que es un don

que tenemos que acoger y cultivar, permaneciendo fieles al Señor, así como Él es fiel a

nosotros. Qué hermoso don que lo tenemos a partir del misterio pascual. Cristo Jesús

se inmolo por todos nosotros dándole sentido a todo dolor, a todo sufrimiento;

haciéndonos comprender que todo tiene un valor, todo tiene un significado porque

poniéndolo en la Cruz del Señor, en su entrega amorosa, nosotros podemos

sostenernos en la esperanza y podemos ir vislumbrando el más allá, poder tener esa

gran confianza de encomendarnos siempre al Señor que nos ayuda, que nos ilumina y

nos acompaña.

Y, por último, el Papa habla del compartir. Así como no es difícil hablar de que es un

momento... Un momento de encuentro también es un momento para compartir.

¿Cuántas veces al lado de un enfermo uno aprende a esperar? Cuando uno llega al

lado de un enfermo tiene que estar paciente, escuchar, comprender. ¿Cuántas personas

tienen que estar al lado de los enfermos? Los médicos, los enfermeros, los familiares,

amigos, sacerdotes, religiosos, la familia, los voluntarios. Estamos siendo atendidos en

hospitales, dispensarios, en sanatorios, clínicas. Bien, todo es un ámbito para poder

compartir. Es decir, que nos damos cuenta de que somos ángeles de esperanza. Quiere

decir mensajeros de Dios, los unos para los otros.

Ustedes como enfermos tienen un gran rol. Son ese regalo que Dios pone para que uno

aprenda a compartir, para que uno aprenda a esperar, para que uno aprenda a ser

paciente. Ese es el tema de la paciencia. La paciencia, esa virtud de las personas que

están llenas de fe.

Es importante descubrir la belleza y la grandeza de los encuentros de gracia que uno

aprende en esos momentos de enfermedad, cuando se encuentra con otras personas,

cuando otras personas comparten su tiempo, sus cualidades, sus saberes, para

ayudarnos a llevar la Cruz.

Por tanto, queridos enfermos y queridos hermanos y hermanas que asisten a los que

sufren en este Jubileo, más que nunca nos demos cuenta que tenemos un rol especial.

Estamos en el marco de todo el camino sinodal. Pues bien, que ese camino sinodal nos

ayude a practicarlo en este encuentro y en este compartir con los hermanos enfermos y

a saber aceptar cuando uno está enfermo que haya personas que nos van ayudando

como pueden, pero que lo hacen con amor, con dedicación, con mucha caridad.

Pidamos a la Santísima Virgen María, Madre de los enfermos. Le pedimos al Señor de

la Salud que nos ayude a llevar la propia enfermedad y a ser siempre agradecidos con

todas las mediaciones que el Señor nos ha dado. que el Señor pone en nuestro camino

para ayudarnos Él con su gracia, fortaleciéndonos también de un modo especial por

medio del sacramento de la unción de los enfermos.

Queridos hermanos, en nombre de esta Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud, les

quiero dar de corazón la bendición. Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre,

Hijo, Espíritu Santo, descienda sobre ustedes, sus familias y los acompañe siempre.

Amén. Señor de la salud, ten piedad de nosotros. Madre de los enfermos, ruega por

nosotros. San Pantaleón, ruega por nosotros.



+ Mons. Luis Urbanc

Obispo de Catamarca

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud

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