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OCTUBRE MES DEL ROSARIO...MEDITAR LOS MISTERIOS DEL ROSARIO, JUNTO A LA FRAGILIDAD HUMANA.






MEDITAR LOS MISTERIOS DEL ROSARIO…

JUNTO A LA FRAGILIDAD HUMANA

Dra. Raquel Bolton

Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti”

San Agustín

La ruptura entre la dimensión espiritual y la cultura, es sin duda la dificultad más problemática de nuestro tiempo, la pérdida de valores forma parte de la descomposición de la trama social, donde el desempleo, la violencia y las drogas son elementos que no favorecen el surgimiento de espacios sostenidos en la verdad y la libertad. El mensaje evangélico ha acompañado y acompaña el sentir de los que son marginados y amenazados en sus vidas.

El mundo de la educación es un marco privilegiado, para educar en el sentido del límite y el amor a la vida. La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta “la acción creadora de Dios” y estar vigilantes y dar un sí generoso al plan de Dios es una tarea que es necesario cultivar.

El menosprecio a la persona humana y el consumismo reflejado en la sociedad actual, están llamando al desarrollo de una conciencia moral y a un cambio cultural donde una investigación realizada a la luz del mensaje cristiano, ponga los nuevos descubrimientos humanos al servicio de las personas, protegiendo cada vida en su etapa de gestación.

Es a través de una formación que comprenda los valores éticos y la dimensión de servicio, que se puede llegar a un diálogo con la cultura, favoreciendo una mejor comprensión y transmisión de la fe en los ámbitos de la investigación y de la docencia.

Sigue siendo un desafío para nuestras casas de estudio el seguir cultivando la formación académica en constante contemplación de la dignidad humana, ya que el llamado es impostergable y la necesidad de un compromiso con la sociedad es urgente.

Es necesaria la formación de una delicada conciencia moral en el actuar de la ciencia, para obrar con responsabilidad ante los complejos y problemáticos casos que puedan surgir, producto de sociedades impregnadas de relatividad y consumismo, que no han logrado ser eficaces en la transmisión de los valores fundamentales

San Juan Pablo II a través del Evangelio de la Vida, llama a los intelectuales a trabajar en los espacios de cultura y ambientes de investigación científica y técnica, profundizando su mirada en las fuentes del Evangelio.

Es aquí precisamente, donde lo académico quiere hacerse pastoral, donde el encuentro de una conciencia y una confianza puesta en una Vida Trinitaria, permite que Dios pueda encarnarse en cada ser humano para servir en el surgimiento de una nueva cultura de vida. La vida pastoral nos inicia en el camino de preparar, provocar y facilitar la intimidad de un encuentro con la Buena Noticia que es Camino, Verdad y Vida.

Vivir en medio de los “rostros sufrientes que nos duelen” es hacernos prójimo para incorporar a la sociedad, a aquellos que han perdido el sentido de sus vidas y necesitan la experiencia de encontrarse con Dios. Salir a su encuentro, supone comenzar un camino de cercanía que se dirige desde un conocimiento a la comprensión de las emociones, es penetrar en el corazón del otro para escuchar los latidos del otro, permaneciendo uno mismo.

Generar un encuentro empático, supone hacerlo con la clara convicción de llevar un mensaje de reflexión y discernimiento sostenido en valores y principios que sirvan para profundizar y descubrir a Dios que con su Palabra Viva está invitando a vivir.

Cada momento de la creación es una invitación a sentirse amado por Dios, volviendo a escuchar en lo más íntimo del corazón la voz que dice: “Tú eres mi Hijo, muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” Lucas 3, 22

Acompañar desde una dimensión espiritual significa ayudar a descubrir el designio de Dios, animando un encuentro entre la debilidad y la misericordia para que obre la transformación.

Cuando un profesional de la salud está animado del espíritu cristiano, descubre una llamada a la trascendencia, a transfigurarse en una entrega de amor. Y allí, en esa donación, su espíritu se renueva por la asistencia del Espíritu de Dios.

Las medidas preventivas que no tienen su horizonte en una mirada integral de la persona humana, tienen efectos limitados. Es necesario comenzar el trabajo estructurando la personalidad y madurando la formación sólida de la inteligencia y la voluntad.

Poner el acento en los valores y las virtudes ayudará a afrontar situaciones conflictivas individuales y sociales y es a través de un camino espiritual, que se puede encontrar sentido a una vida.

No estamos hechos para encerrarnos, sino para un permanente dinamismo, que se hace efectivo si está acompañado de una libertad interior, esta actitud nace de un corazón que experimenta la virtud de la caridad, por la cual no solo amamos a Dios, sino que lo vemos reflejado en el prójimo, al cual debemos amar y proteger.

El sentido del bien está escrito en lo más profundo del corazón humano y es accesible al entendimiento.

Educar en el sentido del ejercicio de una libertad responsable y preparar desde muy temprana edad a superar dificultades, contribuirán a acompañar momentos que se puedan presentar a lo largo de la vida de desolación y angustia.

La presencia y la escucha, son actitudes que deben ser consideradas en la preparación de un diálogo, tengamos en cuenta que pasar de un lenguaje autodestructivo a un sentimiento de auténtica libertad, supone paciencia.

La presencia de una enfermedad nos obliga a ver las limitaciones del cuerpo e interpretar su lenguaje, muchos encuentran en ella un motivo para un examen de conciencia, otros pueden descubrir en ella, la presencia de un Dios misericordioso que se hace presente acariciando las heridas.

El que escucha se transforma en espacio de amor de Dios, para que otros puedan abrirse y sentirse contenidos y comprendidos. Compartir con alguien una intimidad dolorosa, es hacerse prójimo para ofrecer un hospedaje y dar la posibilidad de un diálogo sanador. A modo de Buen Samaritano, la persona que acompaña una fragilidad humana debe dejarse guiar por su corazón y compadecerse del dolor del otro.

Sin embargo esta acción no termina aquí, el detenerse y el darse significa ser promotor de esperanza y encontrar sentido de la vida en Aquel que nos creó para la Vida.La caridad es el amor de Dios que nos impulsa a acompañar la vida de los que sufren, dando la posibilidad de poder convertir el momento de sufrimiento en medio de redención.

Asumir un nuevo estilo de vida, significa desentumecer las piernas, comenzar a caminar, alentados por la esperanza de una vida mejor. El consumismo muestra el éxito en la rivalidad, la comparación, el tener y el poder, conduciendo a un camino de vanidad. Dios en su sabiduría, elige revelarnos su amor incondicional a través de la compasión, sufrir con nosotros, resucitado nos sigue mostrando sus heridas, las mismas que acarician las heridas de los enfermos, para sanarlas.

Jesús dijo:

Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes” Jn. 20, 17

El llamado a formar parte de la familia de Dios, nos invita a vivir como hermanos una alegría plena y una vida completamente libre.



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