Próxima Centauri b
- elenapasso
- 3 jun
- 2 Min. de lectura
Relato breve de ciencia ficción
Dra. Elena Passo
Para Pedro
09 de marzo de 2025
Para Guillem no fue un día como todos. Se despertó con una extraña sensación de vacío y a pesar de haberse preparado toda su vida para esta misión, igual sentía miedo.
Antes de salir, miró por última vez al exterior y comprobó que todo lucía perfecto.
Al llegar a la estación de despegue lo recibió la doctora Li Mai y como de costumbre, no pudo evitar quedar atrapado en la belleza de ese rostro.
Li pertenecía al grupo humano del modelo biológico actual, personas modificadas por ingeniería genética destinadas a carecer de parte del sistema límbico. Por lo tanto, no tenían emociones.
La verdad, el mundo era un lugar mejor con este tipo de gente. Desde hacia miles de años no había guerras. La humanidad había superado la maldad, la enfermedad y las miserias y su objetivo actual era la colonización de otros planetas.
Guillem en cambio, pertenecía al grupo del modelo biológico arcaico y hoy partiría en una misión para explorar la vida marina en el planeta Próxima Centauri b.
Por alguna razón, que la ciencia aún no había podido dilucidar, sólo los modelos humanos antiguos, podían superar los viajes intergalácticos. Por eso, y con ese sólo fin, se conservaban algunos.
Ya en el habitáculo de transformación, un Guillem desnudo, cerró los ojos y con un corazón que parecía galopar, le dijo a Li: estoy listo.
En cuestión de segundos, su cuerpo quedó reducido a una forma de materia imperceptible que fue incorporada a un haz de luz. Así, se viajaba desde hacía miles de años, en un haz de luz.
Del viaje no hay mucho que decir, para Guillem fue como una noche de la que no queda el mas mínimo registro.
Al llegar al exoplaneta fue reconstituido y se tranquilizó al constatar que todo había salido bien.
Luego de presentarse a su equipo de trabajo quiso salir de la estación para reconocer el terreno.
Caminó por la playa hasta llegar a la orilla y contempló un mar majestuoso verde esmeralda y a lo lejos, un horizonte de color coral.
Estaba concentrado en el paisaje, cuando de golpe, escuchó una voz que resonó en su alma, como una melodía añorada y muy querida.
Al darse vuelta vio acercarse a un niño que se reía y llamaba a su perro que, enloquecido, jugaba con la espuma de las olas .
El niño -que no dejaba de reírse- al pasar por su lado, le sonrió.
Guillem le devolvió el gesto y mirando nuevamente hacia el horizonte pensó: ahora si, estoy en casa.

Comments