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El deber de crecer como ciudadanos en el Bien y la Verdad







Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Foro: Defendamos las dos vidas Panel 6: Credos en defensa de las dos vidas Dr. Fabián Romano El deber de crecer como ciudadanos en el Bien y la Verdad El debate generado en nuestro país en torno al problema del aborto ha logrado que nuestra sociedad ya no sea la misma, analizada desde cualquier aspecto que se pretenda. Estos tiempos se presentan como momentos de profundos cambios a los cuales no hay que temer, sino asumir para madurar y crecer como ciudadanos y como país. Después de haber escuchado diversos puntos de vista que fueron presentado ante los legisladores, y por cierto no todos argumentados desde fundamentos serios, estamos en condiciones de sacar algunas conclusiones, ya que en base a lo expuestos hemos podido comprender que el problema del aborto no se aborda sólo desde una cuestión de vida o muerte, de creencia religiosa o de dogma. Del mismo modo, entendemos que un problema tan complejo y de tan alto impacto no se resuelve desde la perspectiva individual o desde lo que “cada uno siente o desea”. El aborto está relacionado de forma directa con la esencia misma de la humanidad, conformada por personas individuales a las cuales hay que proteger, cuidar y estimular para que logren su pleno desarrollo y felicidad. Este tema que ofrece múltiples aristas necesita de un análisis integral en donde no deben quedar cabos sueltos ni preguntas sin responder. Es por ello que para su tratamiento y a la hora de fundamentar, la comunicación debe realizarse con un lenguaje claro y verdadero. Con palabras adecuadas y de forma transparente, a fin de evitar los sofismos y eufemismos que se orientan con un objetivo preciso y de forma organizada, generalmente para imponer la confusión en la sociedad. Interrupción… no es lo mismo que finalización. …Terapéutico no es sinónimo de muerte. Tener derecho…no significa hacer lo que cada uno considera oportuno para sí. …No deseado, es sólo una expresión de anhelo y no una resultante de un acto premeditado o consumado. La coherencia es un elemento fundamental que debe existir en la vida de los profesionales, sobre todo en aquellas afines a la medicina; porque justamente la ciencia no admite “los grises”, ya que el método científico clasifica siguiendo un protocolo establecido, verdadero y reproducible bajo las mismas circunstancias. Y la ciencia además se orienta a la búsqueda de la verdad. La coherencia en la enseñanza de los futuros profesionales de la salud se transforma en virtud, lo que hace de la medicina un arte y un acto de nobleza, tal cual lo manifestaba Hipócrates por el año 460 a.c. Es por eso que un paciente no puede encontrar credibilidad en aquel profesional que no vive de manera coherente. Del mismo modo pasa con cualquier docente, cuando en la transmisión de sus enseñanzas queda manifiesto el origen de la fuente de donde proviene su saber. No produce el mismo resultado enseñar desde la repetición de lo leído o escuchado, a diferencia de aquel método que incorpora una pedagogía responsable constituida desde un proceso, en donde intervienen la búsqueda de una fuente seria y reconocida, analizando conceptos desde la reflexión y el discernimiento personal con sentido crítico y maduro, para luego ser transmitidos de manera clara y precisa. Y si este modo pedagógico es basado en valores, los resultados obtenidos son diametralmente distintos a la mera repetición de ideas. Aquí radica la diferencia entre enseñar e instruir, entre el ser inteligente y el ser sabio. La profesión médica lleva siempre implícita una actitud de enseñanza. Esta puede darse de forma explícita en las universidades con nuestros alumnos o también en nuestra relación durante la consulta y la atención a un paciente. Entonces cuando nos referimos al cuidado de la vida, estamos enseñando que no podemos tener una actitud incoherente entre lo que decimos, lo que hacemos y para lo cual fuimos formados. Enseñar no sólo es instruir acerca de una técnica o práctica. Enseñar es formar a niños y jóvenes con sentido crítico libres de todo tipo de fundamentalismo. Enseñar para “nivelar hacia arriba”. Enseñar también para que una sociedad se forme, vaya creciendo, a la vez que madure y sea solvente. El desafío del debate sobre el aborto no sólo consiste en entender con profundidad este complejo tema que conlleva múltiples y diversas aristas. Es absolutamente necesario ir por la búsqueda de la verdad que debe ser transmitida a los ciudadanos de manera clara y con una pedagogía adecuada para cada sector. Esto significa que ante la necesidad de sancionar leyes con el fin de ordenar y marcar las acciones que guían el desarrollo de una nación, un legislador tiene la enorme responsabilidad de llevar a cabo propuestas que impactan de modo directo e indirecto el rumbo de un país. Por tanto no puede caer en ningún reduccionismo, ya que este modo siempre encuentra respaldo en alguna ideología, la cual lleva a minimizar cualquier tema ofreciendo una salida fácil con apariencia de solución, y por sobre todo cubre con un velo la realidad ocultando la verdad. Un legislador que cumpla apropiadamente su función, no puede dejarse llevar por posturas fundamentalistas, pero al mismo tiempo debe ser sensible y ecuánime de acuerdo a la necesidad de la sociedad. Su verdadero desafío al momento de pronunciarse acerca de un tema a legislar, será procurar conocerlo en profundidad para llegar a entenderlo. Y esto lo logrará por medio de la seria y responsable asesoría, escuchando las fuentes competentes, para luego poner en práctica su capacidad de gestión, llegando a una propuesta para que de ella surja una ley, que contemple por sobre todo el cuidado de la vida de toda la población, generando una oportunidad para la convivencia pacífica. De este modo quedará reflejado que su trabajo no fue producto de una conveniencia particular, de presiones políticas o económicas, ni de tendenciosas acciones espurias. La población espera de un legislador que exprese con ideas claras y fundamentos sólidos aquello argumentos que den respuesta a los problemas. Toda propuesta de ley debería ser una evidente manifestación de un trabajo minucioso y cuidado, de un análisis responsable, basado en los valores culturales y genuinos de su tierra, tendiente al bien común de todos los ciudadanos. Ser receptores de una ley responsable es también un modo de enseñanza por parte de aquellos que nos representan y una posibilidad de crecimiento para cada uno sus ciudadanos. El mundo nos mira. Como también nosotros miramos al mundo al buscar modelos y experiencias. Un país llamado moderno y progresista basa sus políticas públicas en el respeto de la libertad individual protegiendo la integridad y la vida de todo ser humano en cualquiera de las etapas de su formación. De este modo un ciudadano se siente protegido por sus leyes. Siente que su vida tiene valor y que es respetada. Que la sociedad le ha reservado un lugar para él y para su familia, encontrando resguardo y contención de su persona. Que la ley está a su alcance, lo impulsa y le da respuesta a su desarrollo personal como individuo. De esto se enorgullecen aquellas personas que se sienten representados por el estado más allá del partido político de turno. Y eligen orgullosos fundar en esa tierra sus raíces familiares y sociales. Legislar a favor de la vida, además de construir, es un acto noble. En el tema del aborto entonces, no sólo se ponen en juego la vida gestante y la vida de la madre. Por tal motivo resulta preciso implementar previamente políticas que sostengan a las personas en un modo integral, a decir del lenguaje médico, de manera Holística. Deben estar contempladas aquellas situaciones que impactan de forma directa y son consecuentes, tales como la ley de adopción, la protección de la mujer embarazada, la pena a los violadores, la educación sexual integral basada en valores, la reducción de la pobreza, entre otras. Con todo lo dicho y frente a este u otro debate, debemos crecer como país, buscando el bien y no sólo comprando “medias verdades”. Tenemos la posibilidad de cambiar para mejorar. Comencemos a ser ciudadanos serios, responsables y con capacidad de reconocer errores, de los cuales también se aprende. No me preocupa tanto como profesional y como padre “qué hijos vamos a traer al mundo, sino qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos”.

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